Una historia vivida según un proyecto carismático-evangélico que ha derramado la merced de Dios en todas las partes del mundo.
Hoy podemos alabar, bendecir y dar gracias a Dios porque hemos sido“agraciadas en todo”. Nuestra familia religiosa expresa, entre otras cosas:
el amor eterno de Dios
la caridad redentora en todas su manifestaciones
la Redención de Jesús
la fraternidad evangélica, en la comunión de un mismo Espíritu
la maternidad de María, porque derramamos su merced
La liberación de las esclavitudes del mundo
la preocupación por la dignidad de todas las personas
la defensa de la vida
el cuidado de la creación
la justicia en el mundo
la lucha por la paz y la concordia entre los pueblos…
LA GRAN HUMANIDAD DE DIOS EN TODOS NUESTROS GESTOS, PROYECTOS, MISIONES Y CON TODAS LAS PERSONAS. HOY PODEMOS DECIR QUE LO HACEMOS TODO PARA BIEN DEL HUMANIDAD, EN DIOS, POR DIOS Y PARA DIOS, COMO QUERÍA NUESTRO SANTO FUNDADOR, JUAN NEPOMUCENO ZEGRÍ Y MORENO. Creamos humanidad y somos expertas en derramarla en tantas personas que sufren. Desde el misterio de la encarnación y de la pascua somos capaces de hacer un camino de humanidad y de esperanza de la mano de Jesús Redentor y de María de la Merced con todas las personas que sufren. Gracias, Señor, por sostenernos en este camino de 137 años, que tiene historias para contar, proyectos que vivir y esperanzas que proyectar. Nuestra vida está presidida por la alegría evangélica de quien confía en el ti, porque todos nuestros proyectos los realizas tú ¡Gracias, Señor!
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