El día uno de septiembre, cuando los bañistas van recogiendo sus bañadores y vuelven a sus hogares, las playas, van quedando algo más despejadas, nosotros, disfrutamos de un día de sol y playa.…Es un tiempo para el aire libre, murmullo de olas, y vistas al mar…
El pescadito recién salido de las brasas, quema en nuestras manos y nos deleita su rico sabor asado, contemplamos el ir y venir de toda serie de personas y razas, los vendedores ambulantes, que quieren engalanarnos con collares o simplemente que le compremos algo, su piel tostadísima de un negro brillante, habla de otras tierras y de necesidades sin cuento, somos agraciados, nuestras vidas que van camino de otros mares, son afortunadas, tenemos la seguridad del pan, del cuidado, de la solicitud y a veces del mimo cariñoso de nuestros/as cuidadores, somos acompañados en nuestra debilidad física y a veces psíquica, es también un día para el agradecimiento profundo y el reconocimiento de tantos bienes que hacen más llevadera nuestra decrepitud
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